Alzo su mirada para ver quien era aquel que había pagado esa noche por sus servicios, unos servicios que jamás volvería a dar, ya que, cuando la noche terminara esta moriría. Se había pasado ese día, esperando a que alguien la llamara pero no parecía que nadie fuera a fijarse en ella. Miraba a su alrededor preguntándose como había llegado a aquel antro, cuya música atronadora no permitía oír lo que decían las demás. Estaba convencida de que tendría que pasar mas días allí, en aquel ambiente caluroso y cargado de humo, cuando la puerta se abrió y una brisa la acarició refrescando el lugar. Alguien había entrado, nunca prestaba atención a quien entraba ya que todas las personas le parecían iguales, pero esta vez no pudo evitar mirar, había algo en aquella persona que la llamaba la atención, siguió su recorrido que lo llevo a pasar por donde ella estaba sin prestarle la mínima atención. Vio como se sentaba en un rincón alejado, por lo que volvió a encerrarse en sus pensamientos, cuando de repente alguien la levanto. No podía creer que alguien hubiese requerido sus servicios. Tras llevarla a su lugar, no sabia como reaccionar, se giro tímidamente para ver quien era la persona y se sorprendió al ver que era el mismo que acababa de entrar. Ahora que podía verle mejor, se dio cuenta de que tenia la mirada perdida y una expresión triste, por lo que decidió hablar con el. Supo entonces que, la razón de que la hubiera llamado, era que le ayudara a olvidar, pero ella tras escuchar su historia no quería hacerlo, no quería que esa persona olvidase, quería que recordase. Ya que pensaba, que si lo olvidara, seria como si no lo hubiera vivido. Cuando hubo terminado con ella, el la miro y sonrió, pero no era una sonrisa socarrona, era una sonrisa calida como dándole las gracias. Entonces este se levanto y se fue, y ella supo que, aunque no lo volvería a ver, había conseguido ayudarle y estaba feliz por ello.
¡Me mudo!
Hace 10 años
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